Summary & Notes
| Resumen y Notas:
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Source: PV1-112-13. (Sergio Ramírez,
comp. & ed., Augusto C. Sandino, el
pensamiento vivo (Managua: Nueva Nicaragua,
1984), v. 1, 112-13).
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Note by Sergio Ramírez
accompanying the document: "Inmediatamente
después de la claudicación de José María Moncada
en Tipitapa, el 4 de mayo de 1927, las ánimas
comenzarán a enfriarse entre los hombres que
componían la Columna Segoviana o Fuerza
Expedicionaria de la Nueva Segovia, recomendaban
general Sandino. “Cada minuto que pasaba --
afirma éste -- se hacía más difícil contener
aquella ola de desertores y claudicantes” [en
“Orígenes de nuestra resistencia armada, inicia
el 4 de mayo de 1927, Contra la invasión yanqui
en nuestra república”, El Chipotón, Nicaragua,
10 de abril 1929. Ver el anexo al tomo II de
esta obra.] Para el 21 de mayo de 1927, la
columna de ochocientos hombres que había bajado
de la Segovia hacía los llanos de Boaco, se
había reducido a veintinueve; tres días más
tarde, en Yalí, departamento de Jinotega, sólo
veintiún valientes acompañaban al general
Sandino.
"El 23 de mayo, su padre, Gregorio Sandino,
arriba a Yalí y trata de convencer a su hijo
para que deponga las armas y así se lo haga
saber a Moncada por escrito. “Los veintiún
hombres que me quedaban -- afirma Sandino --
tenían opiniones diferentes. Unos creían que era
conveniente que […] contestara por escrito. Los
otros se mostraron indiferentes a toda
resolución […] estos últimos, por ser
indiferencia, me inspiraban menos confianza de
su fidelidad y creí que era bueno atender a los
que se interesaban por el asunto”. [Ut supra.]
Al día siguiente Sandino accede a la propuesta
de su padre e instruye a José Moral, un antiguo
sacerdote católico radicado en Yalí y dedicado a
las tareas agrícolas, para que redacte una carta
dirigida al jefe del destacamento de marinos en
Jinotega; los términos de dicha comunicación, de
hecho preparada por Moral y don Gregorio, están
contenidos en el documento que da pie a esta
nota aclaratoria.
"Convencido de la hipocresía de los yanquis y de
la “macabra política que han desarrollado en
Nicaragua…”, Sandino firma la carta sabiendo
que, si por una parte los hombres que todavía le
seguían se sentirían con “un ánimo más
despejado…” y continuarían bajo sus órdenes, por
otra, su contenido daría oportunidad para que
sus amigos políticos lanzaran, como en efecto lo
hicieron [11, pp. 36-38], una campaña de
calumnias y desprestigio en su contra,
presentándolo como un oportunista vendepatria.
No obstante, y a pesar de este riesgo, Sandino
asume la responsabilidad, consciente de que “era
necesario sacrificar algo por salvar el honor
nacional […]; con esa nota – afirma – sacrifiqué
mis propios sentimientos, y en aquella época,
como hoy [1929], estoy dispuesto a agregarle al
sacrificio de mis sentimientos, el de mis
energías y el de mi propia vida, sin importar de
la baba que los menguados, cobardes y
pusilánimes quieran derramar sobre mi nombre.”
[Ut supra.]
Este gesto del general Sandino, riesgos en
extremo, tuvo sin embargo su compensación. A
inicios de septiembre del mismo año, organiza
oficialmente el Ejército Defensor de la
Soberanía Nacional de Nicaragua, con ochocientos
hombres armados, divididos en infantería y
caballería. Para el período 1931-1932, este
ejército llega a estar compuesto por unos seis
mil combatientes, organizados en ocho columnas
que controlaban casi dos tercios del territorio
nacional.
"Los temores de Sandino sobre la tergiversación
que se haría de sus sentimientos hace suscribir
dicha nota, tal y como ya hemos dejado apuntado
antes, no fueron vanos, y al igual que sus
enemigos de ayer, los menguados de hoy pretenden
derramar nuevamente baba sobre su nombre. El 2
de febrero de 1984, casi tres semanas antes de
conmemorarse el cincuenta aniversario de su
asesinato, el diario La Prensa
[Managua, No 16 924, p. 2 col. 1], publica un
comentario de la redacción en el que, ignorando
el contexto en que esta misma carta fue escrita,
reproduce el texto íntegro, tomado del libro
apócrifo de Anastasio Somoza García, con una
introducción en la que tratan de justificar sus
posiciones prointervencionistas al reclamar
supervigilancia norteamericana en las elecciones
que se realizarán próximamente en Nicaragua. La
respuesta del general Sandino a las columnias
lanzadas en el pasado tiene vigencia en la
presente, cuando afirma que en esa nota “se han
detenido con la lengua de fuera y babeante, los
ojos encendidos como un par de reces rabiosas,
incapaces de comprender ni apreciar el soplo
divino que ilumina el cerebro de los hombres que
aceptan el sacrificio de su vida en los momentos
culminantes, para salvar del oprobio aun a las
mismas reces que se dejan marcar y que todo
quieren babearlo y a ajarlo con sus cascos
sucios y asquerosos, herrados con el oro que el
amo les ha puesto para que con sus servicios
reporten más ventajas a las cajas fuertes de los
banqueros de Wall Street."
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